domingo, 11 de febrero de 2018
Amar la mar
Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
—¡Ayúdame a mirar!
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11 comentarios:
Palabras de Eduardo Galeano; foto hallada en Pinterest.
Abrazos grandotes a todos.
Qué preciosidad de texto, naturalmente no podía ser más que de Galeano.
¡Totalmente, Tracy! Galeano tiene textos entrañables. Muchos lo extrañamos.
Abrazo grande.
¡Que bonito!
Besos
No haber visto nunca la mar (me gusta nombrarla en femenino) y de repente, encontrártela con toda su belleza, debe ser una experiencia brutal.
Bonito texto :)
¡Abrazos!
¡Qué lindo que te gustara, querido Chaly!
Un abrazo :)
¡Sí! Debe ser un parteaguas en la vida de esa persona.
¡Un abrazo, querida Hiro! :)
Qué maravilla de texto!!!
Galeano, Galeano...
Era encantador, Toro. Se le extraña en el mundo de la salud letras.
¡Abrazo grande!
El mar es algo tan cotidiano para mi, que seguramente casi ni le doy valor. Los humanos somos realmente rutinarios y estúpidos: sólo deseamos lo que no tenemos, e ignoramos los pequeños tesoros que tenemos alrededor
Jajaja sí. Quizás hay personas que deseen vivir en un valle y para mí es la muerte por los cambios de altura.
Nunca estamos satisfechos.
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